jueves, 6 de marzo de 2008

Medio metro de escalón


Sí. Lo han oído bien. Medio metro des del escalón del tren al andén. Esto sucede en Barcelona, con unos trenes que cubren el trayecto Barcelona Sants – Aeropuerto, concretamente en la concurrida estación de Passeig de Gracia. Se me ocurren varias hipótesis al respecto, que no al respeto, por las cuales los mandamases de RENFE nos obsequian con este regalo: 1. Piensan que todo el mundo que sube o baja del tren mide dos metros y medio; 2. Quieren combatir el sedentarismo y nos obligan ha hacer deporte o 3. Nos ningunean, pero esta no puede ser porque RENFE siempre está al servicio de los usuarios, al menos eso nos dicen siempre.
Lo que pasa es que no pasa nada. Me explico. El día que el sexagenario de turno se meta una leche de padre díos mío, fémur y cadera incluidos en el parte médico junto con denuncia que te cagas patas abajo, quizá cambia la cosa. Para recochineo de la concurrencia, responsables de turno te dicen al preguntarles qué coño es esto, que tienes una puerta en el vagón central con un escalón más bajo. Y ya ves a una masa de viajeros agolpados en la puerta central, empujones y codazos incluidos, cual primer día de rebajas delante de la puerta del Corte Inglés.

Ustedes me dirán que también tiene su punto divertido, es cierto. Sobretodo espiar des del andén la cara estupefacción o tontodelculo del viajero que no sabe nada y tiene que lanzarse al vacío para bajar del tren o untarse las manos de magnesio para iniciar la escalada, si de lo contrario quiere subir en él. Lo gracioso del tema se vuelve trágico cuando el viajero en cuestión es una persona mayor o joven con alguna dificultad en la movilidad. Ahí la risa se vuelve rabia. Cierto es que por cojones dejas de espiar y saltas a ayudar al desconocido para conseguir semejante hazaña: subir o bajar de un tren. O sea que RENFE quiere favorecer la socialización de las personas forzando la generosidad, la solidaridad y la urbanidad de estas.
Para colmo del caso, resulta que en la cabina del conductor de semejantes trenes, sí que hay pequeños escalones para que el conductor pueda acceder a ellos sin necesidad de cuerdas y piquetas. Eso nos dice dos cosas de RENFE. La primera es que piensa en sus trabajadores, no quiere bajas laborales, eso está bien. La segunda, que son conscientes del problema y que han decidido solucionárselo a sus trabajadores pero no a los viajeros. Olé, olé, los profiteroles!
Estoy seguro que el problema debe ser de dinero, no de mala fe. Pero me la suda. El torrente de usuarios que está padeciendo día sí, día no este problema es incalculable porque el problema no es de hoy. Por lo menos hace seis puñeteros meses que dura a juzgar por la noticia aparecida en La Vanguardia hace ya un tiempo. Por tanto no tiene nombre. No puede ser. Lo siento.
Si leen el artículo se darán cuenta de la guinda del pastel. Dichos trenes reciben el nombre de “Civia”, que para los profanos de la etimología pero con inquietudes nos recuerda a cívico, civismo, ciudad y otras. Si quieren ampliar el tema de los nombres he encontrado también una divertidísima página de la todopoderosa Adif que les encantará.
Mientras van solucionando o no el tema, me bajaré a hacer el cafetito con mi amigo Juan quién asegura, a golpe de orujo, que dejo de ir en tren cuando cambiaron el carbón por la electricidad. Visionario él.

1 comentario:

cerdeiros dijo...

Esta bastante bien el invento... ánimo y no desfallezcas...