lunes, 17 de marzo de 2008

Fútbol


Ha vuelto a suceder. Esta vez el partido era un Betis – Athlétic. Esta vez, el agredido ha sido el portero rival y se llama Armando. Esta vez, el agresor, el borrego de turno, gorra verde y chándal incluidos, no sé como se llama ni me interesa. Fue acusado y detenido en el mismo lugar de los hechos. Acusado, por los aficionados que compartían silla y detenido, por los guardias jurados que curiosamente también iban de verde. Y es que al iluminado en cuestión no se le ocurrió nada mejor que calmar su ira futbolística, metiéndole tremendo botellazo en la cara del portero rival. Sangre. Portero en camilla. Partido suspendido.
Cuando pasan cosas de estas, siempre me hago la misma pregunta: El capullo en cuestión tiraría la botella si no hubiese la jodida valla y el cordón de seguridad que le impiden al portero ir hacia este gilipollas y meterse de hostias hasta que el primero de los dos caiga al suelo? Porque si realmente quiere partirle la cara al tal Armando, pues que queden después del partido para un mano a mano como se hecho toda la vida. Porque lo que me jode del asunto, no es que la gente sea violenta y se vuelva del revés con un espectáculo mediatizado y politizado como el fútbol, allá ellos, sino que la gente sea ruin, mezquina y cobarde. Lo que ha hecho el listillo de los cojones se llama tirar la piedra y esconder la mano, bueno tirar la botella y meterse las manos en los bolsillos. Porque en las imágenes que gentilmente nos lanzaron al plato de sopa los informativos de este país, podíamos verle arrojando la botella y una vez comprobado el cuerpo del delito, salir por patas con un yonohesido, amiquemecuentas y un apoteósico final perosinohayparatanto. Ahí es cuando yo me enciendo y empiezo a cagarme en la madre que le parió. Una cosa es que tengas problemas controlando tus emociones y la cagues, como la cagó el avestruz de la gorra verde, y la otra es que no asumas lo que has hecho. Dos veces ruin, mezquino y cobarde.
Cierto es que, responsables del asunto de la violencia en este deporte yo veo varios: algunos jugadores de fútbol, algunos entrenadores de fútbol, algunos clubes de fútbol, algunos directivos de clubes, algunas empresas que respaldan a los clubes, algunas asociaciones de aficionados que rozan la legalidad y/o que se la saltan a la torera, algunos medios de comunicación deportivos, algunos programas deportivos, algunos periodistas deportivos, algunas cadenas de televisión y algún, alguna, algunos y algunas imbéciles que me debo dejar en el tintero.
Desviándome ya del asunto inicial del botellazo o quizá buscándole explicación, se han preguntado porqué el juego del fútbol profesional en este país está lleno de codazos en la cara, rodillazos en la barriga, patadas en los riñones, escupitajos, insultos y demás conductas ejemplares? Porqué los jugadores, algunos, son tan ruines, mezquinos y cobardes? Quizá el borrego de la gorra verde y chándal del partido del otro día, ha soñado toda la vida en ser partícipe de este juego, en calzarse botas, pantaloncitos cortos y camiseta de nylon. Quizá al no poder formar parte del once inicial, botella en mano, decide participar del juego de su equipo. No sé, igual me estaré equivocando.

Me pido la última cerveza de bracito de mi amigo Juan. Sentencia que el fútbol dejo de ser fútbol cuando un hombrecito de negro saltó al campo pito en mano, diciendo lo que estaba bien y lo que estaba mal, porque quién coño es ese tío amargo para decir algo? Quién le ha invitado a la fiesta? Es Dios, es Supermán? Continua Juan, apurando su quinto de cerveza (por cierto más antigua ésta que los árbitros de fútbol), preguntándose, preguntándome: si hace falta realmente un árbitro para jugar al fútbol, y sino sería mejor que se pusiesen de acuerdo o se metieran de hostias los mismos jugadores.

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