jueves, 13 de marzo de 2008

Canon digital


En ese afán de entender algo del asunto, tecleo en San Google, las palabras Canon Digital y resulta que encuentro 19.700.000 páginas al respecto. Esto me acojona un poco. Leo del asunto y no me entero de demasiado, como siempre. Igual es que está tan claro, que lo veo difuso.
Mi primera conclusión es que esto del canon digital es una tomadura de pelo, un engaña bobos y un maricón el último que robe, no me digan que no. Algo está podrido en Dinamarca, y como siempre el culpable mira con disimulo, se casa con nuestra madre y nos acusa de malos hijos. Para que no haya confusiones el rey usurpador y acusador se llama SGAE de todos los santos. Lo bonito del caso y principal argumento de las plataformas en contra del canon, por ejemplo todoscontraelcanon, es la violación de la presunción de inocencia. Voilà! Ya no hay presuntos inocentes sinó presuntos culpables. Ya estoy viendo al picoleto o fuerzas del orden público de turno, parando al jovenzuelo atítehatocado por la calle y entonando la salve: carné en la boca, manos arriba, de cara a la pared y vacía los bolsillos de cedés, deuvedés, pendraifs, discos duros externos y aipods de los cojones, listillo. Ya era hora que nos limpiaran la calle de chorizos y maleantes. Del Caserío no me fío, me río.
Que la gente copia, requeté copia y vuelve a copiar, evidentemente, como toda la vida, y quién no lo hace o no sabe cómo o es tontodelculo. Y si no, quién esté libre de pecado que tire el primer ordenador por la ventana. Por si a caso el caso, dicho de paso dios me libre, mañana les aconsejo cuando salgan a la calle de buena mañana se calcen casco, botas y otros enseres aprobados eso sí, por la empresa de prevención de riesgos laborales en cuestión a seis mil la asesoría. Y es que menos mi madre que en paz descansa, no por que esté muerta sino por que no tiene ni puñetera idea de qué coño va esto de la informática ni ganas, se baja música, flins y demás, de nuestra nueva amiga la señora Red. Y es que es normal. Nos regalan caramelos y cuando nos gustan nos los cobran a precio de oro y el más tonto vende botijos. Se acuerdan cuando regalaban teléfonos móviles con las bolsas de magdalenas “La Bella Easo”? Hoy resulta que es la empresa líder de la bollería industrial según su página web, o sea líder de las sobredosis de azúcar de nuestras venas. Qué raro es todo esto, pero que tiempos aquellos. Tan lejos, tan cerca.

No tengo ni puñetera idea de cómo va acabar esto, si en cambio como ha empezado, rascándonos los bolsillos, como siempre. Cornudos y apaleados, en este caso culpables y hostiados. No me sorprende demasiado la verdad, pero la sangre se me rebela cuando veo como nos llaman idiotas en la cara y como se mean en nuestros portales. Hasta dónde ha llegado la sinvergüenza y hasta dónde llegará preguntome yo a mi mismo.

Mi amigo Juan, mientras se mete entre pecho y espalda unos callos a la riojana del carajo, sentencia que si todos nos hubiésemos plantado con Triana y los casetes de doble pletina esto no estaría pasando. También comenta con una sonrisa de palmo y medio, que se ha comprado por diez euros cuatro pelis guapas del cagarse, al paqui de turno.

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