martes, 8 de abril de 2008

Querido amigo sr. Revisor


A ti me dirijo, que nos tendríamos que cruzar un buenos días, una mirada de soslayo y un gracias, des de hace unos quince años, y no sé porqué razón no lo haces. No quiero ser tu amigo, tampoco irme a la cama contigo, solo te pido que destiles un poco de cordialidad, nada más. Si continuas por no saludarme, mirarme mal, utilizar tonos hostiles, amenazarme, culpabilizarme, condenarme y sobretodo no escucharme cuando hablo, se me van a hinchar las pelotas. Me explico.

El otro día tuve un problemilla con un revisor. Les haré un resumen. Tenía un ticket no validado porque las tres máquinas de la estación no funcionaban. Con el tren saliendo y la taquilla a reventar de gente, decidí subir al tren sin validar el dichoso ticket. Cuando vino el interfecto yo intenté explicarle el caso. Resultado: oídos sordos, desprecio, de mentiroso para arriba y sobretodo un amiquemecuentaschaval de aquí te espero.

Lo siento querido amigo, pero te lo tengo que contar a ti, eres la representación de una empresa, quieras o no quieras, de cuyo nombre no quiero acordarme. Entiendo que tu trabajo no debe ser muy gratificante, una especie de policía ambulante sin placa, un guardia jurado sin pistola, un policía local sin tráfico que dirigir, cuya misión es cobrar un servicio a unos usuarios, a veces simpáticos a veces idiotas. Sí, es verdad, hay de todo en la viña del señor usuario de tren, de cada casa lo mejor, pero no pueden pagar justos por pecadores querido amigo, en tu sueldo va implícito aguantar las de Caín, en tu sueldo no va implícito ser tontodelculo. Porque si tu vas de listillo, nos invitas a que nosotros vayamos del mismo palo, y eso no puede acabar bien.
La cosa siempre va igual: tu intentas hacer tu trabajo y nosotros los usuarios ponértelo fácil o difícil, según los casos. Cuando se te pone difícil la cosa, la sucesión de los hechos siempre es la misma: 1. El usuario miente, ya estamos otra vez. 2. Presunto culpable, otro listo. 3. Culpable, como todos. 4. Llamo a la policía, porque yo no lo soy. 5. Te bajas en la próxima estación, mentiroso de mierda.
Haz tu trabajo, pero por favor no ofendas, no humilles, no ningunees. Yo creo que la paciencia es lo mejor en estos casos, y si tu no lo crees, mejor que cambies de trabajo sino un día de estos, descerebrados los hay hasta en mi casa, te van a cruzar la cara y no voy a ser yo, sino un listo más listo que tu.

Y una última cosa, como necesites alguna cosa de mi un día de estos (la vida da muchas vueltas), nos las vamos a tener. Tu te vas a enfadar conmigo porque te voy a negar el favor, eso sí, sin faltarte al respeto, simplemente te recordaré como me trataste a mí y otros como yo. Lo siento, querido amigo, donde las dan, las toman.

Mi amigo Juan parafrasea, mientras apura el primer sol y sombra de la mañana, una frase de un anuncio de estos que pasan ahora por la tele y que le atribuyen a un tal eitein tal como lo pronuncia él: “Sólo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana de algunos revisores de RENFE. Y no estoy seguro de la primera.”

Grande Juan, eres grande.

No hay comentarios: